Nada tiene sentido si vamos por la vida como extraños a nosotros mismos –dice Fátima dos Santos en su blog–. Hay una causa dentro de nosotros, lejos del ruido del mundo polarizado, y esta causa es la única que realmente da sentido a la vida y justifica la existencia humana.
No hay que mirar a un lado o a otro, sino mirar dentro de nosotros mismos. Tengo que descubrir quién soy, que tengo un alma y debo buscar mi propia identidad. ¿De dónde venimos? ¿Qué hacemos aquí? ¿Hacia dónde vamos?
Si hacemos este esfuerzo de búsqueda interna, nuestra existencia no será una mera repetición de lo que otros hayan dicho o hecho. Antes de nada, debemos mirar al centro de nuestro corazón. No podemos quedarnos a las puertas de nuestro castillo sin golpear la aldaba una y otra vez. Tenemos que conocernos a nosotros mismos.
Encontraremos razones para rendirnos: resistencia, orgullo, vanidad espiritual... No te obsesiones con ellas, avanza en busca de tu yo interior y encuentra la paz. No encontrarás el cielo en el exterior si antes no encuentras en tu interior. Déjate guiar por los que ya saben volar, escucha los consejos de los que han vivido más, y han vivido bien.
No nacemos con un libro de instrucciones y vivir (bien, con verdad y en la verdad) es más complicado de lo que parece a simple vista. Sin darnos cuenta nos metemos en mil berenjenales, emprendemos caminos equivocados, conflictos difíciles de resolver. Así somos.”
María Desatanudos
Hay una invocación de la Virgen por la que particularmente siento especial devoción: María Desatanudos. Tiene su origen en una pequeña población de Alemania, a raíz del cuadro pintado en 1700 por Johann G. Melchior. En él se representa a María Inmaculada entregada a la tarea de desatar los nudos de una cinta, la de nuestra vida, los malos pasos que damos, los líos en los que nos metemos. La Virgen los desata, nos destraba de esos enredos, como una madre ayuda a sus hijos.
Para ello, además de invocar su auxilio debemos hacer el esfuerzo de penetrar en nuestra morada interior. En la medida que lo hagamos evitaremos ser sacudidos por las turbulencias del mundo, porque la turbulencia no arrastra lo que es profundo.
Comprensión es la capacidad de pensar por uno mismo. Conocimiento no es la acumulación de información, ruido y contaminación que procede del “pensamiento” colectivo. El verdadero conocimiento viene de dentro, de la reflexión, de saber escuchar el latido del alma, porque el alma es el soplo de Dios.