El dogma de la Asunción de María tiene sus raíces en la tradición cristiana primitiva, aunque no se encuentra explícitamente mencionado en las Escrituras. Los primeros cristianos desarrollaron una devoción profunda por María, basada en su rol como madre de Jesús y su ejemplo de fe y obediencia. Ya en los primeros siglos del cristianismo, comenzaron a circular varios escritos apócrifos,
como el “Tránsito de María”, describiendo la muerte, resurrección y asunción de María al cielo.
El reconocimiento de la Asunción fue ganando aceptación gradual en la Iglesia. Durante los siglos V y VI, encontramos sermones y homilías de Padres de la Iglesia, como San Juan Damasceno o San Gregorio de Tours, que defienden la Asunción de María. La celebración litúrgica de la Asunción se extendió desde Oriente hacia Occidente, consolidándose como una festividad muy importante en el calendario
litúrgico.
Definición del Dogma
La Asunción de María fue proclamada dogma de fe por el Papa Pío XII el 1 de noviembre de 1950, mediante la constitución apostólica “Munificentissimus Deus”. En este documento, el Papa afirmaba que “la Inmaculada Madre de Dios, la siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial”.
Después de que Dios la dio a luz sin pecado y la eligió como la madre de Su único Hijo, después de que quiso en Su inmensa previsión y sabiduría, que ella concibiera a Jesús permaneciendo virgen e incontaminada, después de que ella fue madre amorosa para el Salvador, que lo acunó en sus brazos tanto de niño como muerto a los pies de la Cruz, es razonable pensar que Dios tenía algo especial reservado para ella, incluso en la muerte. María tenía todas las razones para ser la primera mujer aceptada en el Reino de los Cielos en su integridad. María, por lo tanto, nacida y vivida sin pecado, fue la primera y única en disfrutar la resurrección de la carne prometida a todos los hombres por Jesús. Es un don especial de Dios para ella, por su sacrificio, por su humildad, por el inmenso amor traído a Su Hijo. Su ejemplo se convierte en una promesa y una esperanza para cada hombre, que ve en esta anticipación de la resurrección de la carne, un consuelo y un anhelo, en vista del Juicio universal. A lo largo de los siglos, los fieles
han mantenido una devoción constante y ferviente hacia la Asunción de María, reflejada en prácticas litúrgicas, arte sacro y la espiritualidad mariana, por eso, es uno de los episodios más representados en el arte cristiano.
Dormición
Las iglesias armenias, ortodoxas y anglicanas celebran la festividad bajo el término “dormición”. De hecho, su tradición dice que María fue recibida en el Paraíso en cuerpo y alma después de caer en un sueño profundo, sin morir. La Iglesia Católica no descarta que este evento milagroso coincidiera con su muerte, para así semejarse en todo a su Hijo. La Dormición de María se convirtió en una celebración reconocida en Oriente por decreto imperial desde el siglo VI.
En muchas ciudades y pueblos de Italia se celebran procesiones con imágenes que representan a la Virgen dormida, en lugar de ascendiendo a los cielos como es másfrecuente en España.
Devoción Popular
La festividad de la Asunción de la Virgen María, celebrada el 15 de agosto, es una de las fechas más importantes en el calendario litúrgico de España y está marcada por numerosas tradiciones y celebraciones populares en toda la geografía nacional.
La fiesta marca el cénit de la temporada estival. No hay población en España, grande o pequeña, que no lo celebre con especial devoción.
Hay procesiones, toros, romerías, verbenas, fuegos artificiales, ferias, concursos, juegos, actividades culturales y deportivas … En resumen: una explosión de júbilo en honor a la Virgen que refleja la profunda fe mariana del pueblo español.
Cada región y pueblo tiene sus propias tradiciones y costumbres para celebrar la Asunción. En Elche, por ejemplo, la festividad tiene un destaque especial con la representación del drama sacro-lírico de la Dormición, Asunción y Coronación de la Virgen, el “Misterio de Elche”, que se celebra en la Basílica de Santa María y es uno delos ejemplos más espectaculares de devoción mariana en España.
Impacto en la Espiritualidad Católica
El gran impulso de la doctrina de la Asunción vino de los estudios suscitados con ocasión de la proclamación de la Inmaculada Concepción por el beato Pío IX, inaugurando la llamada “Mariología científica moderna”, mostrando una auténtica conexión entre el misterio de la Inmaculada y el de su Asunción corporal a los cielos.
El dogma de la Asunción tiene un profundo impacto en la espiritualidad y teología católica. Su asunción corporal al cielo prefigura la resurrección de los muertos y la glorificación de los justos, una verdad fundamental de la fe cristiana.
La Asunción también resalta la dignidad del cuerpo humano y la promesa de la redención total. En una época donde la dualidad entre cuerpo y espíritu a menudo lleva a una devaluación de la corporalidad, la creencia en la asunción corporal de María subraya que la salvación y la redención abarcan todo el ser humano.
7) Bendita sea, oh María, la
hora en que se te dio el título
de Hija, Madre y Esposa
del Rey del cielo. Dios
te salve María…
8) Bendita sea, oh María, la
hora en que fuiste reconocida
Reina suprema de todo
el cielo. Dios te salve
María…
9) Bendita sea, oh María, la
hora en que todos los Espíritus
y Bienaventurados del
cielo te aclamaron. Dios te
salve María…
10) Bendita sea, oh María, la hora
en que fuiste constituida
Abogada Nuestra en el cielo.
Dios te salve María…
11) Bendita sea, oh María, la hora
en que comenzaste a interceder
por nosotros en el
cielo. Dios te salve María…
12) Bendita sea, oh María, la
hora en la que te dignarás
para recibirnos a todos en el
cielo. Dios te salve María…
Oración final:
Oh Dios, quien, al dirigir
tu mirada hacia la humildad de
la Virgen María, la elevaste a la
sublime dignidad de madre de tu
único Hijo hecho hombre y hoy
la coronaste con una gloria incomparable,
haz que, insertados
en el misterio de la salvación,
nosotros también a través de su
intercesión podemos alcanzarte
en la gloria del cielo. Por Cristo
nuestro Señor. Amén.