en casi todos los sitios, de personas que se sienten cristianos. Haré unas breves reflexiones para ayudar que tales celebraciones sean no sólo dignas, alegres y familiares, sino sobre todo, expresión coherente de la fe que todo cristiano debe tener. Nada, absolutamente nada más santo, sagrado e importante tiene la Iglesia de Cristo, que el "Santísimo" sacramento del altar, misa o eucaristía, pues en este sacramento se nos da no sólo la gracia divina, sino al mismo autor de la gracia, Jesucristo N.S. quien como testamento suyo, nos mandó “hacer esto en conmemoración suya”.
En la mente y recuerdo de todos está presente lo que con frecuencia sucede en estos actos litúrgicos -¡deberían ser los más sagrados!- en muchas de nuestras iglesias. ¿Quién o quiénes cobran conciencia del lugar sagrado; de la presencia del Señor sacramentado; de formar parte de una comunidad de fe cristiana; del ejemplo que deben dar los adultos y padres, que acompañan a los niños en “el acto más importante de sus vidas”?.
Confesemos con pesar que, en general, lo que priva en estas celebraciones son muchos factores mundanos y sociales (fotos, vestimenta, regalos, folclore eclesial), que distraen la atención de los niños y mayores sobre lo más importante.
Basta una celebración mal realizada para echar por tierra, años, esfuerzos y sacrificios de los catequistas dedicados a la formación cristiana de los niños. Hay que buscar la coherencia entre lo que se cree, se vive y se celebra. Toda esta parafernalia impropia y omnipresente en tantas ocasiones, está pidiendo a voces se ponga pronto y saludable remedio por quien o quienes corresponda.
De todos depende, máxime de los pastores responsables, conseguir inculcar lo que la recepción de la Comunión, por primera vez, va a representar en la vida de los niños y niñas, para que sigan acercándose a ella, al menos, durante los domingos, cuando acudan a Misa con sus padres.
NOTA: Desde EL PAN DE LOS POBRES ofrecemos a Párrocos y catequistas la posibilidad de obsequiar a los niños que van a recibir la Primera Comunión una suscripción por un año a la revista, una medalla y una breve vida de San Antonio.