El aburrimiento “es el cansancio psíquico por la falta de ocupaciones creativas, es decir, de tareas que reclaman la puesta en marcha de mis facultades personales y, por tanto, originales, capaces de aportar a mi ser su propia singularidad.”
“El tiempo es un factor clave en el aburrimiento, pues el grado de cansancio ante una tarea despersonalizada o ante la ausencia de tarea alguna se intensifica o se diluye de acuerdo con la duración temporal de esa función mecánica. Cuando todo el tiempo de nuestra vida se emplea en una labor que desempeñamos como autómatas, sin que podamos aportar una forma nueva o relativamente novedosa de llevarla a cabo, la vida pierde su valor espiritual, que es siempre creador, y queda reducida al funcionamiento de una máquina, convirtiéndose uno en víctima de un aburrimiento infinito. Lo mismo ocurre si nos condenan a no hacer nada, en cuanto que se nos impide crear nuestro propio ser.”
“La originalidad es un deber humano, porque hemos de aportar al Universo una forma de vida tan propia que solo cada uno de nosotros puede proporcionarla.”
La oportunidad de aburrirse
Pese a lo dicho anteriormente, si una persona está continuamente absorbida por una actividad que requiere el cien por cien de su capacidad creativa, tarde o temprano llegará a una situación de agotamiento irreparable.
“Todos necesitamos un tiempo de relajación en nuestras facultades superiores, y ese tiempo no solo será un descanso ante el esfuerzo que requiere la gran obra de nuestra vida, sino que también será la ocasión de replanteamos espontáneamente lo que estamos haciendo y de abrirnos a la realidad total del mundo.”
En el artículo anterior, se hablaba de la necesidad de las rutinas para encauzar nuestra creatividad personal. Ahora, en consonancia con lo dicho entonces, centraremos nuestra atención en la necesidad del aburrimiento o, mejor dicho, de las ocasiones de aburrimiento, para que sean el punto de partida para idear y examinar cualquier proceso creador.
“En nuestra sociedad hay muchas personas que ya no tienen ocasiones de aburrirse. Los llamados millennials o nativos digitales no conocen la experiencia del aburrimiento, porque siempre pueden estar recibiendo información nueva a través de Internet, o interactuando con una aplicación informática de su teléfono móvil más o menos entretenida. Ni ellos ni nadie estamos ya obligados a pasar un rato mirando al techo o a las paredes en la sala de espera de un médico. Ya todos podemos tener el cien por cien de
nuestro tiempo empleado en actividades que reclamen toda nuestra atención. Lo peligroso es que, al desaparecer las ocasiones de aburrimos, nos quedemos sin ninguna ocasión para relajamos mentalmente y poder realimentar nuestras facultades creadoras.
“Nuestra vida tecnológica está tan llena de sorpresas que ya nada nos sorprende ni esperamos ser sorprendidos. De manera que podemos haber superado el aburrimiento psíquico y haber caído en un aburrimiento existencial. Este es menos consciente, pero más destructivo a medio y largo plazo.
El hombre necesita rutinas precisamente para ser creador, para no caer en la falsedad de una creatividad incesante que ha sido programada por otros. Para su propio desarrollo a lo largo de la vida, la verdadera creatividad necesita partir de un cierto grado de aburrimiento psíquico, y desde ahí superar libremente, creativamente, esa natural monotonía.” _
“Tiempo mío, tiempo nuestro – La creación de
uno mismo en el tiempo” Carlos Javier Morales.
Ediciones Rialp, Madrid, 2021.