En las páginas neotestamentarias se completa la revelación, ya que Jesús es todo lo que Dios nos quiere decir. El plan de salvación para el que Dios, como buen pedagogo, nos fue preparando, alcanza su clímax con la muerte y resurrección de Jesús.
Los 27 libros que conforman esta parte de la Biblia tienen características muy diferentes. Sin embargo todos ellos tienen el mismo centro: Jesucristo, y el mismo fin: transmitir la fe en él.
Al abrir nuestras Biblias por la parte del NT, lo primero que nos vamos a encontrar son los Evangelios. Este término significa “buena noticia”, y realmente lo es porque a través de sus versículos se relatan los hechos y las enseñanzas de la vida de Jesús, quien con su muerte destruyó la muerte y nos invitó a resucitar junto a él. Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas son los llamados evangelios “sinópticos”, una palabra que procede del griego y significa “con un ojo” ya que si los ponemos en paralelo descubriremos muchas si- militudes. Los estudiosos sugieren que el primer evangelio en ser redactado fue el de Marcos, y que tanto Mateo como Lucas lo utilizaron como fuente a la hora de escribir sus textos. Además, es posible que hubiese otra colección de frases pronunciadas por Jesús, de donde Mateo y Lucas también tomaran material.
El libro de los Hechos de los
Apóstoles nos habla del nacimiento de la Iglesia y su primera difusión en Palestina, para relatar a continuación algunos hechos importantes acontecidos durante la expansión del cristianismo entre los pueblos que no eran judíos, a los que denominamos “gentiles”. La autoría de este libro se le atribuye a Lucas, quien lo habría redactado a modo de continuación de su evangelio.
Como la Iglesia se expandía, los apóstoles escribían cartas a las comunidades de creyentes que iban surgiendo. Con ellas pretendían animarles y aconsejarles, a pesar de los problemas que también surgían en sus senos. Con mucho, la mayor parte de estas epístolas
fueron escritas por San Pablo. Este había sido perseguidor de los cristianos, sin embargo tuvo una experiencia muy fuerte de fe que le llevó a convertirse. Su formación le hizo un gran conocedor de la Escritura. Las cartas de San Pablo están ordenadas en el NT, más o
menos, de más larga a más corta. La mayoría de ellas tienen como destinatario a una comunidad en general (ej. Romanos, Filipenses), pero también encontramos cuatro destinadas a personas concretas (ej. Timoteo). Junto a ellas encontramos la carta a los Hebreos, de quien no conocemos el autor, aunque muchos estudiosos sostienen que también fue escrita por Pablo. También hallamos las llamadas “Cartas Católicas”, que están dirigidas a toda la Iglesia (“católico” significa “universal”) y que fueron redactadas por Santiago, Pedro, Juan y Judas, o personas muy cercanas a ellos.
El último libro del NT y, por tanto, también de la Biblia es el Apocalipsis. Tradicionalmente se le atribuye al apóstol Juan. Cuando lo redactó tenía por finalidad alentar a las comunidades de Asia Menor que estaban sufriendo persecución. Su mensaje central asegura que después de los tiempos difíciles en los que el mal parece triunfar, vendrá la victoria definitiva de Cristo, el Cordero. Quizá sea el libro de la Biblia que nos resulte más difícil de leer a causa del simbolismo que emplea.