El acompañante
De nuevo Vittoria Ventrella, en sus noticas sobre el Padre Pío, ofrece el testimonio de Antonio Ventrella, según el cual la madre de éste, Nunciata Gravina, padecía del corazón desde hacía diecisiete años.
El 8 de mayo de 1930, Nunziata sufrió una grave crisis cardíaca que la puso al borde de la muerte.
En un momento dado, su hijo Antonio vio al Padre Pío a los pies de la enferma mientras, con abrigo y estola, extendía los brazos en actitud contemplativa. A su lado, Antonio vio a otro fraile con un niño precioso en los brazos al que no pudo reconocer entonces.
Decidió restregarse los ojos para dar crédito a lo que veía pero, al abrirlos de nuevo, comprobó que los dos frailes habían desaparecido.
Desde entonces, su madre mejoró progresivamente.
A la mañana siguiente, Antonio visitó al Padre Pío para contarle lo que había sucedido la vispera. Pero el fraile le atajó:
- Y al otro, ¿no lo has reconocido?
- No, Padre, dígame usted quién era.
El Padre Pío prometió revelárselo otro día.
El domingo siguiente, Antonio regresó al convento para confesarse.
Preguntó de nuevo al Padre Pío quién le acompañaba aquel día al pie de la cama de su madre. El Padre Pío respondió al fin: "Tu mamá debe ser devota de San Antonio de Padua, pues era él mismo".
Antonio Ventrella, conmovido, no hizo más que dar gracias a San Antonio de Padua y al Padre Pío.