Más tarde, la voluntad superior lo encaminó a una vida apostólica que comenzó recorriendo toda Galicia para culminar, como Obispo de León bajo la protección del Rey Alfonso III. Sus restos reposan en la Catedral, junto al famoso Rey de León, en una impresionante sepultura. En su ciudad natal le siguen recordando con mayor fervor. Su nombre aparece unido a una parroquia de extramuros, así como a una de las iglesias barrocas sita en el casco viejo, aunque donde reina es en la Catedral de Lugo, compitiendo solamente con Nuestra Señora de los Ojos Grandes.
Llegó a fundar hospitales y monasterios para hacer mucho bien a los pobres y abandonados.