18 DE FEBRERO - El Evangelio de San Mateo describe a San Simeón como uno de los parientes o hermanos del Señor. Su padre fue Cleofás, hermano de San José, y su madre, la hermana de la Virgen María, siendo Simeón primo carnal del Señor. Recibió el Espíritu Santo el día de Pentecostés.
Tras ser asesinado Santiago, el menor, por los judíos, los apóstoles y discípulos eligieron como sucesor a Simeón. El año 66 estalló en Palestina la guerra civil, a consecuencia de la oposición de los judíos a los romanos. Los cristianos de Jerusalén recibieron del cielo el aviso de que la ciudad sería destruida y que debían refugiarse con Simeón en la ciudad de Pela.
Destruida Jerusalén, los cristianos volvieron y se establecieron en las ruinas hasta que el emperador Adriano les arrasó con los escombros; estos hechos permitieron que la Iglesia floreciera y que numerosos judíos se convirtieran al cristianismo, debido a los milagros obrados por los santos. El Emperador Vespasiano y su hijo Domiciano mandaron matar a todos los descendientes de David, pero Simeón consiguió escapar. Tras ser denunciado como cristiano y descendiente de David, fue torturado, crucificado y sentenciado a muerte por el gobernador Ático, cuando contaba con 120 años.