pero semejan burros de norias que caminan y caminan con anteojeras, dando vueltas y más vueltas sobre el mismo sitio, sin avanzar un paso. Cabría aplicarles aquellos versos del poeta Argensola, que dicen: “Tantas idas y venidas; tantas vueltas y revueltas, quiero, amigo, que me digas: ¿Son de alguna utilidad?”. Porque de esto en definitiva se trata. Tantas prisas, tanta agitación, tanto vivir sin vivir. ¿Por qué y para qué?
Quien anda fuera de camino, por muchas vueltas que dé y por mucho tiempo que emplee, nunca llegará a la meta. La excusa más generalizada de la gente, si se les propone algo para salir de su rutina, es: “No tengo tiempo”. No hay tiempo para Dios, para orar, para escuchar su Palabra; no hay tiempo para ayudar al próximo necesitado; no hay tiempo para estudio, lectura o formación… Sí que lo hay para lo que gusta y apetece; para perderlo en fruslerías, para gastarlo en evasiones prescindibles… Lo malo de todo es que no hay tiempo para volver al tiempo pasado ni recuperar el tiempo perdido. Amigo lector: ¿Estás tú a tiempo? No mal-gastes tu tiempo, que tu vida no se recupera.