Tras una fotos ante la fachada monumental de la Basílica, accedieron por la puerta del claustro para ser recibidos por el fraile conventual que importe la “bendición de San Antonio”, privilegio exclusivo del templo de Padua, Rezaron con él por todas vuestras intenciones, y después se dirigieron hacia el precioso mausoleo del Santo, en donde las depositaron junto a los numerosos exvotos de lo rodean.
“Al besar en vuestro nombre la lápida que cubre el sepulcro –relata desde Italia nuestro enviado- he sentido en el corazón la voz de San Antonio hablando a todos los que le habéis escrito, al venirme el recuerdo de esa oración tan entrañable que comienza así:
“Hace tiempo que yo te esperaba, porque conozco las necesidades en que te encuentras y cuyo socorro deseas obtener del Señor por mi intercesión. Estoy preparado para dispensártelo, manifiéstame sinceramente lo que necesitas, franquéame tu corazón afligido; yo derramaré sobre él una gota de bálsamo celestial, que cure todas tu llagas y haga desaparecer tus dolores”
Finalmente, fue rezada una misa en la Basílica por todos vosotros.
Gracias por acompañarnos de corazón en esta peregrinación al sepulcro de vuestro gran protector.