Lo traigo a estas páginas con la idea de reflexionar sobre el por qué de tantos fracasos en la comunicación entre padres e hijos. Y es que cuando un padre o una madre dice a su hija, a su hijo, “tenemos que hablar” y él/ella piensa "vaya rollo"… Puede ser porque tiene sobrada experiencia de que cuando su padre/madre dice "tenemos que hablar", lo que transmite es: "te voy a soltar un discurso por algo que has hecho o has dicho y no me ha gustado nada". Esto se llama desahogarse.
Pero desahogarse de un enfado nada tiene que ver con el diálogo ya que, la condición necesaria para que este exista, está contaminada, desde el inicio, por la predisposición de no escuchar a la hija, al hijo, y pensar sólo en decir lo que “tengo que decir”.
Para que haya éxito a la hora de dialogar con los hijos es interesante considerar los siguientes aspectos:
- Tener conocimiento de lo que voy a decir, cómo lo voy a decir y a quién se lo voy a decir. No es lo mismo dirigirse a un hijo pequeño que a un adolescente.
- Saber esperar hasta que ambos interlocutores estén tranquilos.
- Pretender ayudar, construir, ofreciendo oportunidades.
- Dedicar el 75% a escuchar y sólo el 25% a hablar.
Y ser consciente de que sólo quien ama dialoga y que, a través del diálogo, se transmite el amor.