La primera de dichas ideas podría llevar por título: “Pongamos las cosas en perspectiva”. ¿Y por qué debemos hacerlo? Porque nosotros, los seres humanos, somos mucho más vulnerables de lo que pensamos normalmente. Tendemos a olvidarnos de nuestra fragilidad con una extraordinaria frecuencia. A continuación, citaré unas líneas escritas por Xavier Aldekoa, reconocido periodista español, con dos décadas de experiencia profesional a sus espaldas en un buen puñado de países africanos:
“Recuerdo perfectamente la mañana que llegamos al campo de refugiados de Dadaab, en Kenia, y cuánto nos impactó el lugar. Frente a nuestros ojos se desplegaba uno de los mayores éxodos de la historia reciente de África. Una marabunta de hombres, mujeres y niños, prácticamente sacos de huesos y piel, acababan de atravesar uno de los territorios más inhóspitos de la Tierra, las llanuras desérticas del este de Somalia. Durante 3 semanas de caminata, habían soportado temperaturas extremas, sin apenas agua, y habían sido atacados por hienas y ladrones.
“Junto a esos caminos se acumulaban esqueletos de vacas y burros que habían sucumbido al calor y la sed. Sólo la locura o la desesperación podrían llevar a un ser humano a emprender una travesía así. Decenas de miles de somalíes huían de la violencia y el caos en su país y de la peor sequía en 60 años. En algunos lugares, hacía más de 24 meses que no caía una gota de lluvia.
“Aquel campo de refugiados era el más grande toda África y estaba desbordado. Recibía cada día a 1.500 recién llegados, esqueléticos y extenuados. Inicialmente, había sido diseñado para acoger a 90.000 refugiados, pero las oleadas de desesperados de aquellos meses habían hecho aumentar la población hasta casi medio millón de refugiados. En aquel asentamiento, la vida se desarrollaba junto a las fuentes de agua. Había 18 en todo el campamento… 18 puntos de agua para una población de más de 400.000 personas, que regresaban, por la tarde, a sus casas sin nada en la garrafa”. A veces, mujeres y niños que llevaban esperando bajo el sol desde la mañana”.
Consecuentes y agradecidos
Ahora pregunto: ¿cuántos de nosotros, los aquí presentes, habíamos escuchado hablar de Somalia hasta hoy? Y lo que resulta aún más terrible, ¿cuántos de nosotros nos acordaremos de Somalia apenas termine este evento, es decir, más tarde, o mañana, o el próximo fin de semana? Ésa es nuestra terrible condición humana, capaz de muchas cosas grandes, pero también de caer en indiferencias gigantescas. Por eso subrayo esta idea de la perspectiva: cuando nos cueste afrontar los problemas y los desafíos que la vida nos presente, cuando tengamos la tentación de quejarnos por inconvenientes con los que no contábamos, cuando la posibilidad de abandonar la lucha se vuelva sumamente atractiva, tratemos de poner nuestra situación en perspectiva. Valoremos lo mucho que tenemos, los múltiples dones con los que nacimos, la educación recibida de nuestros padres y de este colegio, la salud y el bienestar material que disfrutamos a diario, la compañía de los seres queridos que nos rodean… y seamos siempre, siempre, personas agradecidas con Dios y con el prójimo.