En aquel tiempo, los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se acercaron a Jesús y uno de ellos le preguntó para ponerlo a prueba:
- Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la Ley?
Él le dijo:
- Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser.
Este mandamiento es el principal y primero. El segundo es semejante a él:
- Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los profetas.
Comentario del Papa Francisco
Jesús, citando el libro del Deuteronomio, dijo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este mandamiento es el principal y primero” (vv.37-38). Y hubiese podido detenerse aquí. En cambio, Jesús añadió algo que no le había preguntado el doctor de la ley. Dijo: “El segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (v. 39). Tampoco este segundo mandamiento lo inventa Jesús, sino que lo toma del libro del Levítico. Su novedad consiste precisamente en poner juntos estos dos mandamientos, revelando que son inseparables y complementarios, son las dos caras de una misma medalla.