Es por esto conveniente preguntar a las hijas y los hijos, de vez en cuando ¿por qué y para qué estudias? Y de las respuestas que den, se obtiene una información valiosa sobre cómo ven dicha tarea.
Un padre, una madre, debe tener argumentos atractivos acerca de para qué estudiar. Y en esa argumentación es bueno incidir en las consecuencias naturales que devienen de esa concepción.
Esbozo a continuación unos trazos sobre cómo argumentar a hijas e hijos:
Un orden y un horario son imprescindibles para sacarle jugo al tiempo del que dispones…
Las horas que emplees en estudiar es un tiempo que sirve también para construir tu personalidad. La personalidad se construye a través de ejercicios y el estudio es uno de los mejores ejercicios que tenemos para edificar la personalidad.
Cuando dedicas un tiempo a preparar una presentación, un trabajo, una exposición oral, etc., notas un sentimiento de satisfacción. Ese sentimiento nace como consecuencia de ese esfuerzo…
Del concepto que te formes sobre para qué sirve el estudio concebirás una visión positiva o negativa hacia el trabajo…
Tu habitación a la hora de estudiar es como un gimnasio donde fortaleces el ”músculo“ para controlar tu voluntad…
No existe la felicidad sin esfuerzo…
Cada vez que evites esforzarte, notarás una insatisfacción que surge de forma natural cuando se deja de construir la personalidad. Y retardar esa construcción lleva al desánimo porque te ves como un edificio sin terminar de construir, como una ruina…
Dedica algo de tiempo cada día a pensar cómo puedes desarrollar tus aptitudes y cualidades personales…
Optimiza tu creatividad dedicando un tiempo a reflexionar. La creatividad es lo que diferencia a las personas interesantes de las aburridas…
