Y ¿qué pueden hacer los padres para que sus hijos se entrenen en dicho estilo? Propongo un acróstico con la palabra GRANDE con la idea de sacar un objetivo de cada letra para que los hijos lo acometan y logren el hábito de pensar en GRANDE.
G – Ganar en generosidad. Para ello deben enfocar su mirada, no hacia sus intereses, sino hacia las necesidades de las otras, de los otros. Por ejemplo, que se acostumbren a dejar sus cosas sin protestar, resistiendo al primer impulso y piensen en la alegría que regalan cada vez que son generosas, generosos.
R – Responsabilizarse. Tiene que saber que es responsabilidad suya hacer las cosas que tiene que hacer. De esta manera, sacando adelante su encargo o el trabajo que tiene encomendado, hace posible que él/ella y los demás vivan serenos, sin sobresaltos.
A – Aceptarse. Tiene que esforzarse en aceptarse y quererse con sus defectos. Estos le servirán para ganar en humildad y, también, para ver qué medios debe poner para mejorar en esos puntos débiles. Los defectos y los fallos propios, ayudan a comprender mejor a los otros cuando, estos, fallan.
N – Nacer a nuevas realidades. Orientarles para que tengan una actitud abierta a la lectura, al estudio, a la escucha, al análisis, a la observación…
En esta capacidad por aprender, tiene mucha influencia el modelo que transmiten los padres, ya que la imitación es uno de los modos más importantes de aprendizaje en los niños.
D – Decidirse, actuar. Tienen que tener presente que cada día les ofrece unas oportunidades para mejorar en pensar en GRANDE. Que se fijen en su relación con los demás (cómo es su espíritu de servicio), en su dedicación al estudio (podrá ayudar mejor si está preparada/do), en el control de sus sentimientos (pensar antes de hablar o de actuar)… Y que sepa que toda mejora pasa por el “ir a por ello”.
E – Empatía. Es la capacidad para conectar con los demás, de “hacerse cargo” de su estado anímico o de sus necesidades con el fin de poder ayudar. El secreto para conectar con los demás está en mirar y escuchar.