Hay quien piensa que si no toma opción tendrá una personalidad neutra, sin tonalidad. Pues bien, no elegir es un modo de elegir: se elige la omisión… y la omisión, siempre, es fuente de graves desgracias.
La educación de los primeros años gravita sobre nuestro presente y nuestro futuro. Por eso es preciso orientar a las hijas y a los hijos para que desarrollen, cuanto antes, hábitos positivos que les hagan capaces de ser libres y genere en ellos una actitud que incidirá, de forma directa, en el modo en que vivirán las distintas etapas de su vida.
Pero esta tarea de ayudar a los demás en la construcción de su personalidad, sólo es posible realizarla con éxito desde la referencia constructiva de uno mismo. Hoy, las teorías no sirven. Lo que vale es el ejemplo que transmite la persona que es líder para quienes la rodean. En la medida en que un padre, una madre, se esfuercen por mejorar personalmente en ser más ordenados, tener una mayor receptibilidad, sacar consecuencias positivas de sus fallos, valorar más el esfuerzo que los resultados… estarán en disposición de transmitir esa actitud a sus hijos. Y, en la medida en que luchen por vencer su egoísmo, su comodidad, su vanidad, etc…, más posibilidades tendrán de descubrir estrategias para vencer las dificultades que lastran su mejora personal. Dicha lucha será la que les posicione convenientemente para poder transmitir a cada hija, a cada hijo, la experiencia que ellos han encontrado para salir airosos en esas “peleas” por adquirir la virtud.
Al mismo tiempo, los hijos tienen que saber que es preciso querer repetir muchas veces determinados actos para llegar a conseguir un hábito positivo. Que sólo así, ejercitarán la musculatura ética que les permitirá salir airosos con mayor facilidad y perfección en futuras batallas y en la conquista de la voluntad. Siempre que se gana una “pequeña batalla” en superar un enfado, no herir con la ironía o la burla, respetar las cosas de los demás, etc., se está en mejor posición para ganar la siguiente batalla. Y tienen que tener claro que la voluntad se debilita con la inactividad, que suele estar asentada en el miedo y la comodidad, y que es lo que ocasiona la destrucción de la personalidad.