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Cómo se desgasta la autoridad de los padres II

Escritor
Hoy, pongo el foco en lo que se suele comentar -como motivos de dicho desgaste- en cursos y conferencias de Orientación Familiar:
Repetir continuamente a los hijos lo que tienen que hacer… y que no tenga consecuencia alguna la omisión de tareas.
Gritar para conseguir que obedezcan.
Castigar como fruto de un arrebato o de la impotencia.
Perdonar siempre o hacer la vista gorda a “los olvidos”.
No ser coherentes. 
Perder los papeles entrando a discutir con los hijos sobre lo que tienen que hacer.
Esta radiografía puede hacernos reflexionar sobre si ¿me pasa a mí algo parecido?
Los hijos, desde pequeños, echan un pulso a los padres a la hora de elegir entre lo que quieren hacer y lo que deben hacer. Y es capital la opción de ceder o tratar de corregir que manifiesten los padres ante ese pulso. Sobre todo, si la hija o al hijo tiene más de 7 años. Es una situación de prioridad por las consecuencias futuras que se derivarán de  ese modo de actuar para la convivencia familiar.
Si los hijos tienen menos años, lo que hay que hacer es comenzar -si no se ha hecho- estableciendo algunas normas sobre: horarios de comidas, maneras de mantener las habitación ordenada, reparto de encargos domésticos y el uso de buenas formas a la hora de tratarnos.
¿Y cómo se puede llegar a un acuerdo con los hijos que tienen más de 7 años? Recomiendo reunirlos un sábado después de comer, por ejemplo, para comentarles porqué habéis decidido decirles lo que pensáis… e invitarles a que propongan cosas para mejorar el modo de ayudarse entre todos y conseguir una convivencia más positiva en casa. 
Conviene no perder de vista que el objetivo de esa reunión debe ser: involucrarse todos, para favorecer la mejora.