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Descansará sobre ellos vuestra paz

En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: 
- La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. 
¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. 
Cuando entréis en una casa, decid primero: «Paz a esta casa». Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. 
Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. 
No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: «Está cerca de vosotros el reino de Dios».

Comentario Papa Francisco

Me pregunto: ¿dónde encontraban los primeros discípulos la fuerza para dar este testimonio? No sólo: ¿de dónde les venía la alegría y la valentía del anuncio, a pesar de los obstáculos y las violencias? ¿Cómo pudieron, con sus limitaciones y combadtidos por las autoridades, llenar Jerusalén con su enseñanza? (cf.Hch 5,28). Está claro que sólo pueden explicar este hecho la presencia del Señor Resucitado con ellos y la acciónb del Espíritu Santo. El Señor que estaba con ellos y el Espíritu que les impulsabas a la predicación explican este hecho extraordinario.