En el mundo de las Universidades y las Escuelas, el cual vivía su esplendor y estaba recogiendo el rico legado de las tradiciones griega, romana, bíblica y patrística. A partir sobre todo del siglo XIII nos encontramos ante la formación de un pensamiento social escolástico, del que quizá habremos de resaltar algunos de los puntos fundamentales expresados por el mayor exponente de la Escolástica, el dominico Santo Tomás de Aquino (1224-74).
Orden social cristiano
Éste, como toda la Escolástica, recoge la idea del “orden social”, de un orden social cristiano asentado sobre las bases de la naturaleza social y política del hombre, la dignidad de la persona y su fin trascendente, los principios de paz, justicia, autoridad y subsidiariedad (aún no empleado el término), y la adecuación al orden divino y natural. Santo Tomás, al exponer con claridad el concepto de persona humana en el plano metafísico y conjugarlo con la noción de ella que el cristianismo desarrolló en los primeros siglos en relación con el dogma de la Santísima Trinidad, y al armonizarlo asimismo con la valoración del hombre como hijo de Dios, asentó sobre bases firmes la defensa de la dignidad de la persona: una dignidad a la vez sobrenatural y metafísica. Recogiendo además el pensamiento de Aristóteles y de otros autores de la Antigüedad y de la Iglesia, mostró el fundamento natural de la familia y de la sociedad civil, la necesidad de la autoridad y las diversas formas de ejercer el poder, el deber de buscar el bien común y el principio de solidaridad, así como el respeto que, por su parte, el poder ha de tener para con la autonomía de los órganos sociales (familia, municipio, corporaciones, etc.) en aquellos aspectos en que tienen vida propia (principio de subsidiariedad).
Derecho a la propiedad privada
Con respecto al orden económico, Santo Tomás afirma el derecho a la propiedad privada, asentado sobre la propia naturaleza del hombre, pero le señala con claridad un fin social y no un disfrute caprichoso de los bienes. De acuerdo con este fin social, tanto él como todos los autores escolásticos establecen la obligatoriedad de la limosna, destinada a un reajuste y una mayor nivelación en la distribución de las riquezas, para superar así las injusticias que puedan darse. Por otro lado, junto con numerosos dominicos y con otros autores, concibe la legitimidad de la actividad comercial y de las transacciones mercantiles, pero ateniéndose siempre al precio justo y la honradez. La actitud de los escolásticos hacia la usura será remarcar su ilicitud, pero al final de la Edad Media se abrirá un debate entre los partidarios de que el préstamo se hiciera sin ningún interés y los defensores de que pudiera establecerse un cierto interés no usurario, sino concorde con el funcionamiento interno de la economía porque el dinero pierde valor con el tiempo. Con respecto al trabajo, Santo Tomás resalta su carácter necesario para el hombre como deber y como derecho y afirma que exige una remuneración justa.
Podemos concluir diciendo que el gran filósofo y teólogo dominico expuso con claridad y de forma sistemática muchos de los principios que luego retomaría de forma oficial la Doctrina Social de la Iglesia.
El Renacimiento y los
principios individualistas,
liberales y laicistas
Uno de los autores con mayor conciencia social y que con mayor precisión escolástica se ocuparía de las cuestiones sociales sería San Antonino de Florencia (1389-1459), arzobispo de esta ciudad que compuso una Suma Teológica Moral. En un sentido opuesto, hay que llamar la atención sobre el franciscano heterodoxo Guillermo de Ockham († 1349). Como bien ha advertido Restituto Sierra, las ideas ockhamistas, que informaron las tendencias ideológicas imperantes a partir del Renacimiento en el mundo protestante, supusieron un influjo negativo a la larga en el campo de lo social, pues constituyeron el germen de los principios individualistas, liberales y laicistas adoptados por la burguesía capitalista a través de los filósofos modernos y utilizados por ella para convertirse en clase dominante.