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El día que se manifieste el Hijo del Hombre

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 
- Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del Hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. 
Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. 
Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del Hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. 
Acordaos de la mujer de Lot. 
El que pretenda guardarse su vida, la perderá; y el que la pierda, la recobrará. 
Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán; estarán dos en el campo: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán. 
Ellos le preguntaron: 
- ¿Dónde, Señor? 
Él contestó: 
- Donde está el cadáver se reunirán los buitres.

Comentario Papa Francisco

En el pasaje evangélico de hoy nos encontramos ante un espíritu, contrario al de la sabiduria de Dios: el espíritu de curiosidad. Es cuando queremos adueñarnos de los proyectos de Dios, del futuro, de las cosas, conocer todo, tener todo entre las manos. ¿Cuándo vendrá el reino de Dios? ¡Curiosos! Querían saber la fecha, el día… Este espíritu de curiosidad nos impulsa a mirar sólo los detalles, las noticias, las pequeñas noticias de cada día: ¿cómo se hará esto? Es el cómo, es el espíritu del cómo. No es un buen espíritu: es el espíritu de dispersión, de alejarse de Dios, el espíritu de hablar demasiado. Jesús nos dice una cosa interesante este: este espíritu de curiosidad, que es mundano, nos lleva a la confesión. El Reino de Dios no viene en la confusión. Como Dios no habló al profeta Elías en el viento, en la tormenta, en el tifón. Habló en la brisa suave, la brisa que era sabiduría. No buscar cosas extrañas, no buscar novedad con esta curiosidad mundana. Dejemos que el Espíritu nos lleve adelante con la sabiduría que es una brisa suave.