«Podría haber sido un amigo suyo de haber coincidido». Eso dice José Luis Olaizola cuando le preguntan por la beata Rafaela Ybarra (1843-1900), a quien ha dedicado los dos últimos años de su vida.
El resultado ha sido «El jardín de los tilos» (Planeta), una novela histórica que relata con un encanto arrollador y grandes dosis de buen humor la vida de esta «mujer excepcional», que vivir en la segunda mitad del siglo XIX en Bilbao y dedicó gran parte de su vida a ayudar a los demás.
«Rafaela era una dama de la alta sociedad que se dedicaba prácticamente a lo mismo a lo que nos dedicamos nosotros; ayudar a las jóvenes que llegaban a Bilbao para prestar el servicio doméstico y que muchas veces terminaban en los prostíbulos», explica.
«La vida de esta mujer me ha dejado tan impresionado que para mí es sencillamente Rafaela». Fundadora de la Congregación de Los Ángeles Custodios, que tiene como carisma la acogida, en pisos tutelados, y la educación de niños abandonados y en situación de pobreza extrema.
El relato acerca el personaje al lector «para que se dé cuenta de que efectivamente Rafaela era una santa, pero una santa humana». Y a la vista de los resultados, su objetivo está sobradamente conseguido.
El libro está plagado de entrañables anécdotas que sirven para describir el espíritu alegre y bondadoso de Rafaela. Su marido, José de Vilallonga, era fenomenal. Tanto que hasta dudaron en beatificarlos a los dos. Tuvieron siete hijos, de los que dos murieron, y criaron a cinco sobrinos.