Atravesamos la puerta de San Pedro, una de las cuatro que aún se conservan de la muralla romana, para zigzaguear por estrechas calles en cuesta y llegar hasta la plaza en donde se asienta la robusta catedral de Santa María de la Asunción, construida entre los siglos XIII y XVI. Desde su privilegiado emplazamiento se divisa un extenso valle verde, por el que discurre a sus anchas el río Alagón.
Coria no hace parte de las grandes rutas turísticas, ni recibe frecuentes peregrinaciones. Es una población poco visitada, tranquila, lo que le confiere un encanto singular. El Mantel de la Sagrada Cena, la preciosa reliquia que posee es poco conocido. No se sabe con seguridad cuándo ni cómo llegó allí. El primer documento que sitúa el mantel en Coria es una bula enviada por el Papa Benedicto XIII al cabildo catedralicio, fechada en 1404, confirmando la autenticidad de la reliquia y permitiendo su exposición y culto cada 3 de mayo, con motivo de la festividad de la Invención de la Santa Cruz. En ese día, el obispo lo mostraba al pueblo de Coria desde el balcón llamado de las Reliquias. Había feria y acudían miles de peregrinos, incluso del vecino Portugal. Durante siglos acompañó procesiones y rogativas, para pedir el fin de plagas, epidemias, sequias o inundaciones. Sin embargo, ante el deterioro que comenzó a sufrir por parte de algunos devotos, sin muchos escrúpulos, dejó de exhibirse hace más de 200 años, en 1791. Y poco a poco, fue cayendo en el olvido.
Estudios científicos
Pero los estudios científicos a los que se ha venido sometiendo le están devolviendo el protagonismo que se merece. La fecha de su fabricación puede situarse en el siglo primero de nuestra Era. Se obtuvieron estas conclusiones tras los minuciosos análisis del tejido realizados en los laboratorios del Museo de Ciencias Naturales de Madrid, en octubre de 1960. La pieza es de lino, blanco en una parte y teñido en la otra.