Creciendo en el joven Fernando de Bouillón el deseo de una vida consagrada a Dios, retirada de las seducciones mundanas, decide profundizar en los estudios y en su vivencia espiritual profesando como Canónigo Regular de San Agustín, una orden religiosa portuguesa de clérigos que observaban una regla de vida común, llamada de San Agustín.
El histórico monasterio había sido fundado en 1147 por Don Alfonso Henriques, primer rey de Portugal, en el emplazamiento que ocupaba el campamento y cementerio de los cruzados alemanes que auxiliaron al nuevo rey a reconquistar la ciudad a los moros. Fue dedicado a San Vicente Mártir, Patrono de Lisboa, en 1173. Después de la expulsión de los canónigos, en 1834, pasó a manos del Patriarcado de Lisboa.
De su primitiva construcción, en estilo románico, apenas queda la cisterna, contemporánea de San Antonio. Después de la Unión Ibérica, con Don Felipe I de Portugal y II de España, durante la permanencia del Rey en Lisboa entre 1581 y 1583, fue iniciada la reforma completa de la iglesia y el monasterio, como afirmación de la nueva dinastía. El diseño se debe al arquitecto Juan de Herrera, autor de El Escorial, quedando las obras a cargo del italiano Felipe Terzi.
La fachada de la iglesia, de 1624, obra del arquitecto portugués Baltazar Álvares en estilo Maneirista con dos torres, alberga nichos con las imágenes de San Agustín, San Sebastián y San Vicente, y a la izquierda una imagen de San Antonio con el Niño, con el hábito de canónigo. Este estilo arquitectónico sería tomado como de modelo de inspiración para las fachadas de los templos construidos en las colonias Portuguesas en África, India, Macao o Brasil.
Túmulo de la madre de San Antonio
En el interior de la iglesia, de nave en forma de cruz de proporciones grandiosas, se destaca el baldaquino sobre el altar mayor y el órgano barroco. En una capilla lateral se encuentra el túmulo de Teresa Taveira, madre de San Antonio, en donde se venera la imagen del Santo con el hábito de canónigo regular: sotana de color crema, amplia sobrepelliz redonda y esclavina negra.
Panteón Real
Dentro del monasterio, con dos amplios claustros unidos por la sacristía totalmente decorada con mármoles encastrados, merece especial atención la azulejería azul y blanca de la primera mitad del siglo XVIII, con escenas de las fábulas de La Fontaine, que forman el mayor conjunto de azulejos de Europa. El Monasterio alberga el Panteón de la Casa de Braganza, en donde están sepultados algunos de los reyes de la dinastía Braganza, reinante entre 1640 y 1910, y el Panteón de los Patriarcas de Lisboa. En la planta baja, junto a los claustros se encuentra una de las joyas del conjunto: la magnífica capilla barroca revestida de mármoles y con el retablo de alabastro, edificada exactamente en el lugar de la primitiva celda de San Antonio, lugar de tantas memorias y en donde el joven canónigo Fernando se recogía en oración y estudio.
Por fin, desde la azotea de la iglesia se puede disfrutar de una de las más bellas vistas del río Tajo, por donde las carabelas partían “más allá de este mundo”, las mismas y amplias vistas que habrán despertado en el joven Fernando el deseo de llevar la luz del Evangelio a todos los pueblos.