Dios, al crearnos, ha querido que seamos felices, pues nos sirve para amar cada día más a Dios y servir mejor al prójimo. Pero, ¿lo somos de verdad? muchos, aun sin carecer de nada, sufren y se sienten desgraciados. Otros, en su indigencia, se sienten felices. El secreto de una vida más feliz no está en disponer de más cosas, sino en adquirir el temple y el dominio interior para usar de ellas lo necesario.
Dios nos cuida con mimo, con amor de predilección, esta es nuestra esperanza, para confiar en Dios como Padre en medio de dolores y sufrimientos. “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros y vuestro Padre celestial las alimenta […]”. De su libertad de espíritu y de su grandeza de corazón aprenderemos a valorar más el ser que el tener. Viviendo como Él, sin antojos y sin crearnos necesidades, seremos más libres y también más felices. ¿Cabe mayor placer que este?
De todo ello se habla en este libro, salpicado de ejemplos y anécdotas de la vida diaria.