¿Y cómo se transmite a los hijos el deseo de elegir el bien y la virtud? Dando ejemplo en casa y siendo sensibles a lo que los hijos hacen por los demás. Se es sensible cuando se les reconoce esa elección con un abrazo, una frase de cariño, una palmada en el hombro, un apretón de mano, etc.
También habrá que hablar mucho con ellos sobre la importancia que tiene preferir elegir el bien o decir la verdad. Tienen que saber -porque se lo decimos- que así están construyendo una personalidad atractiva y la gente querrá tenerles como amigas/amigos porque escuchan, son generosos, cordiales, sinceros, alegres, pero sobre todo porque transmitirán confianza. ¡La persona virtuosa siempre transmite confianza!
Decirles también que elegir la virtud conlleva esfuerzo y el esfuerzo siempre cuesta… al principio, porque una vez que se ha hecho, aparece la alegría en el corazón y cada vez les costará menos elegir el bien y la virtud porque tendrán ya la experiencia de la felicidad que proporciona.
Por lo tanto, es capital poner el foco de atención en la importancia de atender a los otros. Eso es más trascendente que pasármelo bien con mis cosas, ocuparme de todo o tener 30.000€ en la cuenta corriente.
Transmitir es vivir, mirar, abrazar, acompañar, pedir perdón, hacer amable la convivencia en casa… Y para transmitir hay que estar, y estar disponibles, no encerrados cada uno en su mundo.
Esta es una forma experimentada de generar en los hijos una disposición positiva para que opten por la elección del bien.