Pero sus amigos se sintieron mejores y más felices cuando estaban con él”.
Parece que no era de esas personas con un “yo machacón y fatuo” que se considera el personaje más importante de la historia, al cual todos los demás y las cosas han de mimarle. Estos tales pasan por la vida exigiendo de ella, en vez de servirle. Nada les interesa fuera de ellos mismos y nada aportan para hacer más llevadera la suerte de los demás, para que otra persona sea un poco más feliz. Por su egoísmo su corazón es un erial, que no produce un pequeño bien para los demás.
Para estos tales personajes, el dinero o la fama, el placer o la satisfacción de los sentidos, es la meta que buscan con afán digno de mejor causa. Apenas saben declinar más que el pronombre de primera persona, y claro, en singular. Por eso su corazón es un erial y no produce bienes para otros.
Las leyes del corazón, leyes del amor
Los músculos del cuerpo adquieren elasticidad y flexibilidad de movimientos por el ejercicio propio y acompasado. La inteligencia, por el mismo método, llega a su desarrollo en la búsqueda de la verdad. Todas las ciencias se aprenden con el ejercicio de sus leyes peculiares. Las leyes propias del corazón son leyes del amor. El amor es extático, es decir, que nos saca de nosotros y tiende a colocarnos en la persona o en el ideal amado. Al contrario del egoísmo, que nos repliega sobre nosotros mismos.
Bien se puede decir que la persona será lo que sea su corazón. Y la gimnasia propia del corazón es el amar. El anquilosamiento del corazón lleva consigo el rebajamiento de la persona porque en el corazón radica lo que hay de más noble y personal de nosotros.
La mejor manera de ser felices es buscar la felicidad del prójimo, de los más cercanos a nosotros: la familia, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo y los enfermos del COVID 19 en estos días. La actividad febril, el ir y venir, el no parar de día y de noche en mil cosas, tal vez nos hace olvidar que la mejor empresa es la de aquel hombre por quien los demás se sintieron amados y felices. Lo contrario es un erial en el corazón.