Sin embargo, su equipo directivo ha estado impulsando una agenda globalista contraria a los intereses públicos.
Desde hace años, se ha aliado con Planned Parenthood para promover el “derecho” al aborto, presionando a los estados y apoyar las estrategias de aborto “casero”. Así, durante el pico de la pandemia, el Secretario General de Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, ha pedido el acceso al aborto en todo el mundo.
La Organización Mundial de Salud se financia de las grandes farmacéuticas y principalmente de los estados, sobre todo los del G20.
Ante tales prácticas, en los Estados Unidos, comenzó un movimiento para retirar la financiación de la OMS. Sin embargo, la contribución Norteamericana es de apenas un 15% del presupuesto de la OMS. Sería necesario que otros muchos países se sumasen a esta iniciativa, o consiguieran imponer otro rumbo a la organización.
Su apuesta por implantar el “aborto casero” en todo el mundo empieza a dar frutos: en la católica Italia, el Ministro de Salud, Roberto Speranza, acaba de anunciar que la píldora abortiva Ru-486 se puede tomar a partir de ahora sin necesidad de hospitalización. En la práctica, será posible realizar un aborto en casa, con todas las dramáticas consecuencias físicas y psicológicas que esto supone para la mujer.
Ya el año pasado, el gobernador del Estado de Nueva York, Andrew Cuomo, firmó la Ley de Salud Reproductiva, una ley que permite el aborto hasta el noveno mes si la salud de la madre corre peligro de verse comprometida o el bebé está enfermo. ¿Es esto promover la salud?.