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Habéis convertido la casa de Dios en cueva de bandidos

En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: 
- Escrito está: «Mi casa es casa de oración»; pero vosotros la habéis convertido en una «cueva de bandidos». 
Todos los días enseñaba en el templo. 
Los sumos sacerdotes, los letrados y los senadores del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.

Comentario Papa Francisco

Jesús purifica el templo. Pero lo hace con el látigo en la mano. Se pone a expulsar las actitudes paganas, en este caso de los mercaderes que vendían y habían transformado el templo en pequeños negocios para vender, para cambiar las monedas, las divisas. Jesús purifica el templo reprendiendo: Está escrito: mi casa será casa de oración y no de otra cosa. El templo es un lugar sagrado. Y nosotros debemos entrar allí, en la sacralidad que nos lleva a la adoración. No hay otra cosa. San Pablo nos dice que somos templo del Espíritu Santo. Podemos hablar de una especie de adoración, que es el corazón que busca al Espíritu del Señor dentro de sí. Y sabe que Dios está dentro de sí, que el Espíritu Santo esta dentro de sí y escucha y le sigue. También nosotros debemos puruficarnos continuamente porque somos pecadores: purificarnos con la oración, con la penitencia, con el sacramento de la reconciliación, con la Eucaristía.