Este es un eslogan que tenía cuando me dedicaba a dar clases en Primaria. Si se quiere aficionar a los hijos en la lectura hay que hacer de esta una experiencia de película. Es natural que en un principio no atraiga a los hijos la lectura porque les cuesta leer y porque les resulta más cómodo ver la Tv. Pero a medio y largo plazo, la incomodidad que supone mejorar la comprensión lectora se traduce en satisfacción y el atracón de Tv en insatisfacción.
Exponía, hace poco, ideas y razones por las que un padre, una madre, debe apuntar a hacer de sus hijos personas interesadas por la lectura, y las expongo resumidas en este artículo por si le puede servir a alguien.
1.- Leer nos aporta un sinfín de beneficios: estimula la percepción, la concentración, la empatía, alimenta el conocimiento y sobre todo, la creatividad. La imaginación de una persona que lee no tiene fronteras y se agiganta conforme va leyendo libros.
2.- Comenzar creando un buen ambiente lector en casa. En un primer momento, habrá que leerles cuentos interesantes que provoquen y despierten su imaginación con el fin de que deseen tener un rato libre para leer, por sí mismos, ese cuento que papá o mamá les ha leído.
3.- Hay un recurso que suele tener éxito cuando una hija/hijo abandona un libro porque le resulta pesado o aburrido. El recurso consiste en tomar nosotros el libro al día siguiente y hacer con él una lectura dramatizada poniendo voces y haciendo gestos: ese demorarse dibujando una expresión en el rostro, poner el tono y timbre de voz que mejor se ajuste al párrafo que se está leyendo… Afirmo que siempre tiene un resultado positivo asombroso.
4.- Hablar de los libros que están leyendo los hijos o los padres. Es una forma de animar en la “aventura de la lectura” y fomentar una costumbre que suele dinamizar los momentos en lo que “estamos todos juntos”. Además, cuando comentamos un libro con los demás miembros de la familia, forjamos unos vínculos de relación que se hacen indestructibles porque es una experiencia con la que aprendemos a escuchar, a expresarnos, a adquirir paciencia, a describir personalidades a través de los afectos/desafectos, aciertos/desaciertos, actuaciones valientes, cobardes o temerarias… Es todo un bagaje de situaciones que nos permite ver -a través de los personajes que intervienen en esas historias- sus cualidades y, de esta forma, la hija, el hijo, visualiza y supone una ayuda en la forja de su personalidad.