En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. Le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
- ¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.
Algunos de los escribas se dijeron:
- Éste blasfema.
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
- ¿Por qué pensáis mal? ¿Qué es más fácil decir: «Tus pecados están perdonados», o decir: «Levántate y anda»? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados -dijo dirigiéndose al paralítico-: «Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa».
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Usted está aquí
La gente alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad
Lectura del santo evangelio según san Mateo 9,1-8
Evangelio del día — 30/06/2016