Una sociedad que no reacciona ante las injusticias y no se esfuerza en aliviarlas es una sociedad poco digna.
En 20 de mayo de 1856 Castelar, en un discurso ante el Jurado en defensa del periódico La Democracia, denunciado por su artículo “Despierta Italia,” dijo: “una injusticia será siempre una injusticia, aunque la consagren los sacerdotes, aunque la sancionen los reyes; porque la ley positiva no puede hacer nunca que sea moral lo inmoral.”
Los brazos en alto con el puño cerrado como amenazando, también se ven hoy en algunos mítines de individuos-políticos con ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia que pretenden hacer que Dios (lo religioso) sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Hay que estar sobre aviso porque si esto se extiende traerá injusticias.
También se va extendiendo la idolatría del dinero, a causa de la cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los más pobres, y esto trae injusticias.
El mármol roca metamórfica que se origina a partir de la caliza (o de la dolomita) se puede pulir hasta conseguir superficies muy brillantes y sedosas. Los corazones duros como la roca también se pueden pulir, y si el afán que tales personas ponen en sus asuntos terrenos, ambición de riquezas, ilusiones de honores, gozos sexuales, etc, lo ponen con corazón humano fraternal hacia los demás seres humanos, hermanos todos de única raza,”otro gallo cantaría” en la sociedad y habría más justicia para convivir, y esto sería estupendo para el bien común que comporta tres elementos: el respeto a la promoción de los derechos fundamentales de la persona; la prosperidad o el desarrollo de los bienes espirituales y temporales de la sociedad; y la paz y la seguridad del grupo y de sus miembros.