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La revelación de Dios

Escritor

Podemos ofrecer algunos textos elocuentes del Antiguo Testamento como ejemplo:

*Dios es Padre del pueblo de Israel: así, “Israel es mi hijo primogénito” (Ex 4,22) e “Hijos sois del Señor, vuestro Dios. […] El Señor te eligió para que seas, entre todos los pueblos de la tierra, su propio pueblo” (Dt 14,1-2). Tobías invita a proclamarlo como “nuestro Dios y Señor, nuestro Padre por todos los siglos” (Tob 13,4).

*Dios muestra una especial paternidad sobre el descendiente de David, revelando todavía veladamente la condición mesiánica de Éste y la relación paterno-filial de la Trinidad, según lo ha entendido la Tradición de la Iglesia, sobre todo en algunos textos: “Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo” (1Sam 7,14); “Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy” (Sal 2,7); “Eres príncipe desde el día de tu nacimiento entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, desde el seno, antes de la aurora” (Sal 109/110,3).

*Dios Revela las entrañas de amor y misericordia de Padre hacia su hijo Israel o sus hijos los hombres:

-“¡Efraín es mi hijo querido, él es mi niño encantador! Después de haberlo reprendido, me acuerdo y se conmueven mis entrañas. ¡Lo quiero intensamente! –oráculo del Señor–” (Jer 31,20).

-“Era yo quien había criado a Efraín, tomándolo en mis brazos […]. Con lazos humanos los atraje, con vínculos de amor. Fui para ellos como quien alza un niño hasta sus mejillas” (Os 11,3-4).

-Salmo 102/103,13-14: “Como un padre siente ternura de sus hijos, siente el Señor ternura por los que lo temen, porque Él conoce nuestra masa, se acuerda de que somos barro”.

-Incluso en la reprensión, es para corregir con amor: “Hijo mío, no rechaces la reprensión del Señor, no te enfades cuando Él te corrija, porque el Señor corrige a los que ama, como un padre al hijo preferido” (Prov 3,11-12).

*Dios incluso ama con entrañas de madre y el profeta Isaías usa esta imagen: “¿Puede una madre olvidar al niño que amamanta, no tener compasión del hijo de sus entrañas? Pues, aunque ella se olvidara, yo no te olvidaré” (Is 49,15). “Como un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados” (Is 66,13).

En el Nuevo Testamento

            Pero, indudablemente, es Jesucristo, el Hijo de Dios, el Verbo encarnado, quien ha realizado la completa revelación de Dios como Padre y, sobre todo, que el Padre es una persona divina y existen en Dios tres personas divinas distintas (que son relaciones subsistentes, como enseñarán San Agustín y Santo Tomás). Los textos evangélicos y de otros escritos del Nuevo Testamento son abundantísimos al respecto.

            Jesús se dirige a Dios como Padre, como “mi Padre”, y revela también que es nuestro Padre: “vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo pidáis” (Mt 6,8). Enseña a los discípulos el Padrenuestro, dirigiéndose a Dios como Padre: más aún, como Abba, que es propiamente “Papá” e incluso “Papaíto”; “Padre nuestro que estás en los cielos” (Mt 6,9; Lc 11,2). Es como Él habitualmente se dirige a Dios. Y afirma de hecho su filiación divina; así, en el diálogo con Nicodemo, se muestra como Hijo de Dios y llega a expresar cuánto ha amado Dios a los hombres enviándole a Él, su Hijo Unigénito, para salvarnos: “Tanto amó Dios al mundo, que entregó su Unigénito para que todo el que cree en Él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él” (Jn 3,16-17). Preciosa es, expresando la relación paterno-filial, la oración sacerdotal de Jesús, en la que se dirige a Dios como su Padre (Jn 17).