En el artículo decía que la educación de los hijos requiere la firmeza de los padres, pero esta no debe estar basada en explosiones temperamentales, ni en rigideces que no permiten márgenes de libertad. Esto conduciría a crear personalidades obsesivas y “cargadas” de ansiedad.
Hay unos rasgos genéricos que pueden servir de test para ver si unos padres están siendo extraexigentes en la educación de sus hijos y, por lo tanto, transmitiéndoles sobrecargas de ansiedad.
Como padre o madre ¿eres perfeccionista y pretendes tener todo controlado? ¿Tus hijos buscan, de una forma desproporcionada, tu aprobación? ¿Tienes una preocupación excesiva por detalles, reglas, listas, orden, organización y horarios? ¿Pones resistencia a dejar a los hijos que hagan lo que tienen que hacer?
Unos padres, demasiado controladores, que se esfuerzan por proteger a sus hijos con el fin de que estos no tengan problemas… no son un problema: son el problema. Y si, además, prima más el refuerzo negativo, a través de castigos, que el positivo, los hijos focalizan su atención sobre lo que no deben hacer más que en todo lo que sí pueden hacer.
En este escenario, los hijos asumen un conformismo, ante las exigencias de sus padres, como modo de evitar los castigos. Incorporan, por imitación, las reglas e inhibiciones de sus padres, valorando como buenas unas conductas que realizan sin una auténtica libertad interior. Y, por último, desarrollan una personalidad insegura, obsesiva y en tensión continua que, en la adolescencia, tiene muchas posibilidades de explotar y derivar en conductas desadaptadas.