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Lo de la tierra buena son los que escuchan la palabra, la guardan y dan fruto perseverando

Evangelio de hoy

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente y, al pasar por los pueblos, otros se iban añadiendo. 
Entonces les dijo esta parábola: 
- Salió el sembrador a sembrar su semilla. 
Al sembrarla, algo cayó al borde del camino, lo pisaron, y los pájaros se lo comieron. 
Otro poco cayó en terreno pedregoso, y, al crecer, se secó por falta de humedad. 
Otro poco cayó entre zarzas, y las zarzas, creciendo al mismo tiempo, lo ahogaron. 
El resto cayó en tierra buena, y, al crecer, dio fruto al ciento por uno. 
Dicho esto, exclamó: 
- El que tenga oídos para oír, que oiga. 
Entonces le preguntaron los discípulos: 
- ¿Qué significa esa parábola? 
Él les respondió: 
- A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de Dios; a los demás, sólo en parábolas, para que viendo no vean y oyendo no entiendan. 
El sentido de la parábola es éste: la semilla es la Palabra de Dios. 
Los del borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el diablo y se lleva la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven. 
Los del terreno pedregoso son los que, al escucharla, reciben la Palabra con alegría, pero no tienen raíz; son los que por algún tiempo creen, pero en el momento de la prueba fallan. 
Lo que cayó entre zarzas son los que escuchan, pero con los afanes y riquezas y placeres de la vida, se van ahogando y no maduran. 
Lo de la tierra buena son los que con un corazón noble y generoso escuchan la Palabra, la guardan y dan fruto perseverando.

Comentario del Papa Francisco

Jesús no buscaba “doctorear”. Por el contrario, quiere llegar al corazón del hombre, a su inteligencia, a su vida, para que esta dé fruto. La parábola del sembrador nos habla de cultivar. Nos muestra los tipos de tierra, los tipos de siembra, los tipos de fruto y la relación que entre ellos se genera. Y ya desde el Génesis, Dios le susurra al hombre esta invitación: cultivar y cuidar. No solo estamos invitados a ser parte de la obra creadora cultivándola, haciéndola crecer, desarrollándola, sino que estamos también invitados a cuidarla, protegerla, custodiarla.