Es comprensible que nuestra preocupación inmediata esté puesta en las cosas menudas, en el pequeño horizonte del día a día, del trabajo, de la familia… en definitiva, en poder ser un superviviente en este mundo acelerado de cambios que se nos ha venido encima en poco más de dos décadas.
El proceso de globalización avanza a pasos agigantados y amenaza con controlarlo todo, bajo el pretexto de abrirnos la ventana al mundo.
Pero ¿quién es el principal artífice de esta gran transformación? Pues, en gran medida, eres tú. Sí, no te extrañes, la respuesta la tienes en tus manos. Está en el móvil con el que te conectas seguramente unas 200 veces al día; la respuesta está en el WhatsApp
con el que te comunicas constantemente con tu familia y amigos; la respuesta está en las
Redes Sociales en las que muchos cuelgan todos los días su estado emocional al despertarse; la respuesta está, en definitiva, en internet, dónde haces las búsquedas de las cosas que quieres comprar, o donde compartes tus hábitos o aficiones.
Esa sensación que sienten muchos, cuando se conectan al mundo con su móvil 5G, último
modelo, convirtiéndose en las personas mejor informadas y más “libres” del planeta es, en cambio, la que les ha atrapado en unas misteriosas redes que lo controlan todo.
Sin darnos cuenta, las grandes empresas tecnológicas se han apoderado de nuestros hábitos de compra, de nuestras aficiones, opiniones y gustos; de nuestros nombres y de la relación con nuestros amigos, en definitiva, de nuestra intimidad.
Ahora empezamos a ver el peligro. Después de décadas de “concedernos” tantas oportunidades, de facilitarnos tanto las cosas desde el punto de vista tecnológico, de permitirnos hablar con cualquier persona en cualquier parte del mundo, prácticamente a precio cero, empiezan a imponernos sus condiciones… a crear sus filtros de tolerancia, bloqueando todo lo que no se ajuste al pensamiento único que estos Molocs quieren implantar.