En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando estaba cerca de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo:
- No llores.
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon) y dijo:
- ¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!
El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo:
- Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.
Comentarios del Papa Francisco
Pensé en el joven muerto, a la salida de la ciudad de Naín, cuando lo iban a enterrar: hijo único de madre viuda. Jesús se compadeció de la madre, no del joven. Pero el joven, gracias a la madre, tuvo el milagro y lo resucitó. ¿Quién eres tú?, ¿o estás muerto? Si estás muerto, has de saber que la Madre Iglesia está llorando por ti, y Jesús es capaz de resucitarte. Dime, ¿quién eres tú? Dilo a ti mismo y eso te va a dar fuerza.