Educar es un arte pero también requiere de unos conocimientos. El mero hecho de ser padres no significa que se haya conseguido el carnet de educador o de educadora.
Si para cualquier título universitario se necesitan unos años de estudio y para conseguir un trabajo, en muchas empresas te exigen, además del título, un master y un periodo de aprendizaje para lograr un saber hacer y una puesta a punto… Para ejercer de padre o de madre, con un mínimo de garantía, algo habrá que estudiar.
De cualquier profesor que no dominara los contenidos de su asignatura diríamos que es mal profesor. ¿Y de unos padres que ni siquiera contemplan un Proyecto Educativo Familiar; ignoran cuáles son las necesidades de sus hijos en los distintos periodos del desarrollo; confunden adiestrar con educar y adiestran a todos igual sin contemplar que cada hija, cada hijo, es diferente; o no saben cómo se debe ayudar para no obstaculizar el desarrollo de la personalidad de los hijos, etc...?
- Que no pueden ostentar el título de educador/educadora y que ellos y sus hijos lo están pasando mal y tendrán problemas serios.
La familia tiene muchos paralelismos con una empresa. Y en la familia, la dirección está en manos de dos personas: el padre y la madre. Por lo que la planificación de objetivos, la puesta en escena y la responsabilidad debe de ser compartida y contrastada.
Para que esta empresa tenga éxito, se requiere:
- una puesta al día;
- una buena comunicación;
- una planificación de objetivos acorde con las circunstancias, que suelen venir marcadas por las edades y el número de hijos;
- una coordinación y
- una capacidad de hacer una autocrítica sana y positiva cuando se perciba que algo no va.