El hijo es Dios y la madre es Virgen. Ni otro hijo convenía a una Virgen Madre, ni darás otro parto convenía a Dios Hijo. Recordemos que Cristo fue concebido en Nazaret, nació en Belén y fue crucificado en el sitio más alto de Jerusalén. Así Cristo es concebido en humildad, nacido en caridad, que es la casa del pan, y es crucificado en la exaltación.
Le pondrás por nombre Jesús. Leemos que fueron cinco a los que Dios les dio nombre antes de ser concebidos. El primero fue Isaac, de quien dice el Génesis: De cierto que Sara, tu mujer, te parirá un hijo, a quien llamarás Isaac. El segundo fue Sansón, del cual dice en el libro de los Jueces: El ángel se apareció a la mujer de Manué y le dijo; Vas a concebir y parirás un hijo. El tercero fue Josías, del cual se lee en el primer libro de los Reyes: Así habló Dios: Nacerá de la casa de David un hijo que se llamará Josías. El cuarto y quinto fueron Juan Bautista y Jesucristo. Éstos cinco representan cinco clases de elegidos.
Isaac, que significa risa, representa a los caritativos, siempre sonrientes en espíritu, como dice Job: Si les sonreía, no osaban creerlo, y no caía en tierra la luz de mi rostro. El rostro del alma es la razón, cuya luz es la gracia, de la cual se dice: Impresa está sobre nosotros, Señor, a luz de tu rostro. El caritativo sirve son la risa de la devoción, y los detractores no lo creen, antes murmuran. Pero por eso su claridad no debe caer en tierra, para no impedir que obre que obre siempre a la luz de la razón en el gozo de la mente.
Sansón, que significa sol de ellos, es figura de los predicadores de la palabra de Dios, los cuales, por la palabra y por el ejemplo deben ser sol para aquéllos a quienes predican. Vosotros, dice, sois la luz del mundo. Dicen que el sol es fuente de calor y de luz, símbolos de la vida y de la doctrina, que, como dos ríos, deben fluir de éstos, como de su fuente, para bien de los otros. La vida debe ser cálida; la doctrina, clara.
Josías, que quiere decir lugar de incienso, o lugar de sacrificio, es figura de los verdaderos religiosos: se da en ellos el incienso de la oración devota y el sacrificio de la carne mortificada. Por eso dicen con Daniel: Con el alma contrita y el espíritu humillado hallemos acogida. Así sea nuestro sacrificio agradable delante de ti.
El Bautista representa a todos los penitente y laicos buenos, que se bautizan y santifican en el Jordán, río del juicio, o sea, en lágrimas y en confesión y en limosnas y en las demás obras de misericordia.
Jesús, el Salvador, es figura de los buenos prelados de la Iglesia, a quienes se refiere Abdías: Subirán salvadores al monte de Sión para juzgar la montaña de Esaú. A Yahveh pertenece el imperio. El monte del austro o de Sion es la excelencia de la vida buena. Deben subir hasta ella los prelados, y así podrán juzgar, es decir, condenar al monte de Esaú, es decir, la soberbia de los mundanos, y así en ellos y por ellos se harán un reino para el Señor. Amén.