San Modesto reaccionó, y acompañado por sus oraciones fue pidiendo y suplicando a nuestro Señor que le ayudara a aplacar su ira, llorando por todos sus pecados y los de su pueblo.
Muy despacio, pero de una forma muy eficaz, fue visitando todas las casas, para conocer directamente a sus feligreses.
Su paciencia y su amabilidad fueron las que le dirigieron al éxito, siendo el “pueblo” quienes llegaron a nombrarle “Obispo”. Falleció como “un santo” el día 24 de febrero del año 486.