El verdadero origen histórico de la conmemoración se remonta a la solemnidad de la dedicación de la Iglesia Nueva de Santa María en Jerusalén, en el año 543 y se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, llegando a hablar de ello el emperador Miguel Comeno en la Constitución de 1166.
El Canciller francés de la corte del Rey de Chipre, al ser enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de Noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso para toda la Iglesia.