Al estallar la persecución de Diocleciano, San Blas se escondió en una cueva y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos. Por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles, socorrerles y consolar a los que estaban en las cárceles, llevándoles la Sagrada Eucaristía.
Apresado por el gobernador romano, y rechazando los muchos regalos y ventajas que le ofrecía si abandonaba la religión cristiana, después de múltiples torturs sin renegar de la fe, decretó su decapitación (año 316)
Tras su muerte, se hizo tan popular que no sólo en Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él, sino que Armenia, se hizo católico poco después.
El 3 de Febrero es costumbre comprar velas y caramelos en honor a San Blas diciendo: “Por intercesión de San Blas, te libre de Dios de los males de garganta”. Falleció el año 316.