En mi opinión la mujer abortista también tiene que dejar de ejercer violencia, porque el aborto es violencia contra un ser humano, el niño indefenso que lleva en su vientre.
En 1993 en su viaje a España, el Papa Juan Pablo II dijo que “el aborto era un abominable crimen.” Y lo es, porque, tanto como si es provocado matando al hijo en el seno materno, o forzando artificialmente su expulsión para que muera en el exterior, es un crimen.
La ciencia demuestra rotundamente que el ser humano recién concebido es el mismo, y no otro, que el que después se convertirá en bebé, en niño, en joven, en adulto y en anciano. Así que, señores y señoras abortistas, ¡parar ya el aborto! Porque una violencia reiterada acaba por hacer creer a uno que es un derecho, como pretenden algunos que así sea.
Para parar ya el aborto empiecen por que la mujer no se quede embarazada, pues hay muchos medios para evitarlo. Y si se queda embarazada parar el aborto acudiendo a un Centro de Pro Vida, u otros, que los hay, donde logrará toda la ayuda para sus necesidades y para que el niño nazca
Y parar el aborto, decidiendo que el niño viva y si no lo quieren que lo den en adopción a una familia que estará deseando tener un niño y no pueden lograrlo, y hasta la adopción de niños extranjeros les resulta difícil.
“La más antigua de todas las sociedades y la única natural es la familia.” Como también es natural que las familias tengan hijos y hay algunas que no los pueden tener, por los motivos que sean, digo yo: sean las abortistas generosas y den su hijo, que ellas no lo desean, a una familia que sí que lo deseen. Esto es un sí a la vida y no a la muerte, es un parar la violencia contra un ser humano indefenso.