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¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo?

En aquel tiempo, decía Jesús a sus discípulos: 

- No hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano. 
Cada árbol se conoce por su fruto: porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se vendimian racimos de los espinos. 

El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la boca. ¿Por qué me llamáis «Señor, Señor», y no hacéis lo que digo? 

El que se acerca a mí, escucha mis palabras y las pone por obra, os voy a decir a quién se parece: se parece a uno que edificaba una casa: cavó, ahondó y puso los cimientos sobre roca; vino una crecida, arremetió el río contra aquella casa, y no pudo tambalearla, porque estaba sólidamente construida. 

El que escucha y no pone por obra, se parece a uno que edificó una casa sobre tierra, sin cimiento; arremetió contra ella el río, y enseguida se derrumbó, desplomándose.

Comentario Papa Francisco

Pensemos en los más pequeños, en los enfermos que ofrecen sus sufrimientos por la Iglesia o por otros, en muchos ancianos que están solos, que rezan y ofrecen. O en madres y padres de familia que llevan adelante con mucho esfuerzo a su familia, la educación de los hijos, el trabajo cotidiano, los problemas… pero lo hacen siempre con la esperanza en Jesús, que no presumen, pero hacen lo que pueden. Son los “Santos de la vida cotidiana”. Son todos los sacerdotes que no se hacen pero que trabajan en sus parroquias con amor: la catequesis a los niños, el cuidado de los ancianos, de los enfermos, la preparación a los recién casados… Todos los días es lo mismo, pero ellos no se  aburren porque en su fundamento está la roca. Es Jesús, es esto que d santidad  a la Iglesia, es esto que da esperanza. Es la santidad escondida que hay en la iglesia, cristianos que prmanecen en Jesús, y son pecados porque todos lo somos. Y a veces, algno de estos cristianos comete un pecado grave, pero se arrepiente, pide perdón y esto es grande: la capcidad de pedir perdón, de no confundir pecado con virtud, saber bien dónde está la virtud y dónde el pecado. Y estos están fundados en la roca y la roca es Cristo. Siguen el camino de Jesús, le siguen a Él.