En aquel tiempo, el virrey Herodes se enteró de lo que pasaba y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado, otros que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.
Herodes se decía:
- A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es éste de quien oigo semejantes cosas?
Y tenía ganas de verlo.
Comentario Papa Francisco
(A Juan lo mandé decapitar yo). La misericordia es la verdadera fuerza que puede salvar al hombre y al mundo del “cáncer” que es el pecado, el mal moral, el mal espiritual. Sólo el amor llena los vacios, las vorágines negativas que el mal abre en el corazón y en la historia. Sólo el amor puede hacer esto, y esta es la alegría de Dios. Jesús es todo misericordia, Jesús es todo amor; es Dios hecho hombre. Cada uno de nosotros es esa oveja perdida. Y su corazón está en fiesta por cada hijo que regresa. Dios tiene está alegría, cuando uno de nosotros pecadores va a Él y pide su perdón. Que cada uno piense en una persona con la que no estamos bien, con la que estamos enfadados, a la que no queremos. Pensemos en esa persona y en silencio, en este momento, oremos por esta persona y seamos misericordiosos con esta persona.