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Recibiste tus bienes, y Lázaro males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: 
- Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día. 
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico. 
Y hasta los perros se le acercaban a lamerle la llagas. 
Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. 
Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: 
- Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. 
Pero Abrahán le contestó: 
- Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. 
Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros. 
El rico insistió: 
- Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento. 
Abrahán le dice: 
- Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen. 
El rico contestó: 
- No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán. 
Abrahán le dijo: 
- Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.

Comentario Papa Francisco

¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promocionarlos. El Papa exhorta a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a la ética a favor del hombre.