En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene a medianoche para decirle: «Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle».
Y, desde dentro, el otro le responde: «No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados: no puedo levantarme para dártelos».
Si el otro insiste llamando, yo os digo que si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?
Comentario Papa Francisco
Esta es la oración: pedir, buscar cómo llamar al corazón de Dios. Dios nunca te da un regalo, una cosa que le pides así, sin envolverlo bien, sin nalgo más que lo haga más bonito. Y lo que el Señor, el Padre nos da “aun más” es el Espíritu: el verdadero don del Padre es aquel que la oración no se atreve a esperar. “Yo pido esta gracia; pido esto, y rezo mucho… Solamente espero que me dé esto”. Y él, que es Padre, me da eso y más: el don, el Espíritu Santo. Es Él quien nos acompaña y nos enseña a rezar. Y nuestra oración debe ser así, trinitaria. Muchas veces. ¿Pero usted cree? Sí, sí. ¿En qué cree?. En Dios. Pero ¿qué es Dios para usted?. Dios, Dios. Pero Dios no existe: ¡no os escandalicéis! ¡Dios así no existe! Existe el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo: son personas, no son una idea en el aire… ¡Este Dios spray no existe! ¡Existen personas! Jesús es el compañero de camino que nos da lo que pedimos, el Padre que cuida de nosotros y nos ama, y el Espíritu Santo que es el don, es ese “extra” que nos da el Padre.