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No cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén

En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: 
- Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte. 
Él contestó: 
- Id a decirle a ese zorro: «Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término». 
Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. 
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! 
¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. 
Vuestra casa se os quedará vacía. 
Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: «Bendito el que viene en nombre del Señor».

Comentario Papa Francisco

Cristo es centro del pueblo de Dios. En la búsqueda de la figura ideal del rey, (las tribus de Israel) buscaban a Dios mismo: un Dios que fuera cercano, que aceptara acompañar al hombre en su camino, que se hiciese hermano suyo. Cristo, descendiente del rey David, es precisamente el “hermano” alrededor del cual se constituye el pueblo, que cuida de su pueblo, de todos nosotros, a precio de su vida. En Él somos uno; un único pueblo unido a Él, compartimos un solo camino, un solo destino.