San Antonio posee estas características en grado superlativo. En los documentos más antiguos que tenemos sobre nuestro Santo encontramos que "entre sus contemporáneos y en las generaciones inmediatamente sucesivas, gozó de una grande fama como maestro de sabiduría cristiana, biblista incomparable, autor de obras insignes" (Gamboso Vergilio, Antonio de Padua, vida y espiritualidad, 130).
Veamos: la Assidua dice che poseía un talento tan eminente, que podía servirse de la memoria en lugar de los libros y una abundante gracia de lenguaje místico. (...) La insospechada profundidad de su hablar acrecentaba el estupor del auditorio. Su lengua era la pluma del Espíritu Santo. (8, 6-8). Y estando en la Curia Romana el Sumo Pontífice y toda la asamblea de los cardenales escucharon con ardiente devoción sus sermones. Él sabía sacar de las Escrituras tantos originales y profundos sinificados con palabra espléndida, que el mismo Papa lo llamó Arca del Testamento. (10, 1-4). Julián de Spira en la Vita Secunda dice: Las personas cultas admiraban en él su aguda inteligencia, unida a una clara y elocuente exposición y en toda circunstancia lo escuchaban hablar con admirable sentido de equilibrio (5, 3...). La Rigaldina (9, 2) lo llama: trompeta de la ley de Moisés, eco de los Profetas, voz de los Apóstoles, heraldo del Evangelio, anunciador de la Verdad salvadora. Por último, la Benignitas lo llama: doctor egregius, doctor eximius, doctor veracissimus.
Doctor Evangélico
En la ceremonia de su canonización, en la catedral de Spoleto, el 30 de mayo de 1232, el Papa Gregorio IX, terminado el Te Deum, entonó en alta voz la antífona propia de los Doctores: Oh Doctor óptimo, luz de la santa Iglesia, bienaventurado Antonio, amante de la Ley divina, ruega por nosotros al Hijo de Dios. Aunque si en los libros litúrgicos franciscanos y en los territorios de Portugal y colonias nuestro Santo gozó siempre del formulario reservado a los doctores, no fue sino hasta 1946, el 16 de enero, para más exactitud, que el venerable Pío XII, lo declaró oficialmente Doctor de la Iglesia con la bula Exulta Lusitania felix; desde entonces es, oficialmente el Doctor Evangelicus.
La doctrina de san Antonio se encuentra recogida en sus SERMONES. De estos, seis están dedicados exclusivamente a la Virgen santísima, aunque si Ella aparece con frecuencia en los otros sermones.
Los temas tratados en estos seis sermones, son sin embargo cuatro, porque dos están de dicados a la Anunciación y dos a la Purificación, uno a la Natividad y uno a la Asunción.
Si leemos los SERMONES tal y como han llegado a nosotros, nos pueden resultar tediosos y difíciles y hasta, algunas veces como un conjunto de pensamientos sin conexión entre ellos, y es que no son "sermones" propiamente dichos, como los entendemos hoy, sino una antología o colección de textos e ideas para uso de los predicadores que, con estos textos, harían sus sermones al pueblo. El objetivo es instruir en la fe y en las buenas costumbres. Tienen una estructura: una introducción, las enseñanzas alegóricas, las enseñanzas morales y la enseñanza o contenido místico. Todo ordenado, como se ve, a nutrir la vida cristiana de los fieles en un sentido amplio y completo.