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Camino de Emaús

Camino de emaús

Luego que hubo avisado a los Ápostoles que el cuerpo de  Jesús no estaba ya donde le habían puesto, María Magdalena volvía llorosa al sepulcro, ignorando lo que había sucedido. Cuando llegó, se inclinó para mirar adentro, y vio a dos ángeles, que le dijeron: -Mujer, ¿por qué lloras? Ella contestó: -Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.

Dicho esto, se volvió y vio a Jesús sin conocerle, porque había tomado las apariencias de hortelano, el cual le habló así: -Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? –Creyendo ella que fuera el hortelano del jardín en que se hallaba, contestó que buscaba a Jesús, y que si él lo había retirado de allí, le rogaba se lo entregase. Jesús entonces la llamó por su nombre: -¡María!-, le dijo.

Inmediatamente lo reconoció y llena de gozo exclamó: - ¡Maestro! Se postró a sus pies para besárselos, pero Jesús le dijo: -No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decírselo a los Apóstoles. –Mientras la Magdalena se hallaba en marcha, Jesús se apareció también a las otras mujeres.

Los discípulos de Emaús

Hacia el anochecer dl mismo día, Jesús se apareció también a dos discípulos que se dirigían al castillo de Emaús, y sin que le conocieran, se unió a ellos bajo las apariencias de un viajero. Les preguntó de qué hablaban y por qué estaban tan afligidos. Uno de ellos dijo: -¿Eres por ventura extranjero, que no sabes lo que ha pasado en Jesusalén? Y le contaron cómo Jesús Nazareno había sido condenado a muerte y crucificado.

-Nosotros creíamos -añadieron- que salvaría a Israel, pero ya han trascurrido tres días desde que sucedieron estos hechos. Por otra parte, algunas mujeres dicen que ha resucitado. Entonces Jesús, desconocido aún por ellos, les reprendió con estas palabras:

-¡Oh necios y tardos de corazón en crecer lo que han anunciado los profetas!

Y empezaron a explicarles las Sagradas Escrituras, les demostró cómo había sido anunciado que Jesús padecería antes de entrar en su gloria. Cuando hubieron llegado al castillo, Jesús fingió que tenía que ir más lejos, y ellos le rogaron que no los dejara, porque anochecía. Consistió en acompañarlos, y cuando estaban en la mesa, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio para que comieran. Entonces se abrieron sus ojos y le reconocieron, más Él desapareció al instante.