"Resplandece como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna en su plenilunio; como el sol radiante sobre el santuario del Altísimo, como el arco iris brillando entre nubes de gloria; como rosa en primavera, como lirio junto al manantial, como rama de cedro en verano; como fuego e incienso en el incensario, como vaso de oro macizo, adornado con toda clase de piedras preciosas; como olivo cargado de frutos, como ciprés erguido hasta las nubes". (Sir 50, 6-10).
El Santo, para ensalzar las virtudes de la Virgen santísima, aplica en forma alegórica (muy presente en su interpretación de la Sagrada Escritura, según el uso de su época) los adjetivos que el texto sagrado adjudica al sacerdote Simón, hijo de Onías, llamado "el Justo". Para tener una idea de la categoría del personaje, de este sumo sacerdote Simón dice el libro del Sirácida (50): "fue jefe de los sacerdotes, y durante su vida reconstruyó el templo; puso los cimientos de sus torres, y construyó un estanque enorme para que no faltara el agua. Para que el pueblo viviera seguro, reforzó las murallas de Jerusalén". Fue para el pueblo un benefactor, como lo es María santísma para nosotros.
A través de los siglos no nos es difícil sentir un eco de ellos en las Letanías Lauretanas: lucero del alba, luna, sol radiante, arco iris, rosa, lirio, cedro, fuego, incienso, olivo, ciprés....
"He aquí, nos dice san Antonio, las doce piedras preciosas puestas en la corona que Aarón portaba sobre su cabeza. He aquí las doce estrellas que están en la corona de la Virgen gloriosa.
En alabanza suya queremos comentar estas expresiones del Eclesiástico, distribuyéndolas en cuatro sermones y aplicándolas a las cuatro festividades suyas: la Natividad, la Anunciación, la Purificación y la Asunción, según la misma Señora nuestra nos lo conceda".
Llama la atención el afecto filial con que se pone al Servicio de nuestra Señora. No hará nada de propia iniciativa si no, "según la Señora nuestra nos lo concederá". Es la actitud caballeresca de un hijo del Pobrecillo de Asís, que llamaba a la Virgen, "Señora, santa Reina...".
Sermón de la Natividad de María (8 de septiembre): "Como el lucero del alba en medio de las nubes, como la luna en su plenilunio".
Sermón de la Anunciación (25 de marzo): "Como sol radiante sobre el templo del Altísimo y como arco iris brillando entre las nubes de gloria". En la Natividad del Señor (25 de diciembre):"Como rosa en primavera, como lirio junto al manantial".
Sermón de la Purificación (2 de febrero): "Como rama de cedro en verano y como fuego e incienso en el incensario".
Sermón de la Asunción (15 de agosto): "Como vaso de oro macizo, adornado con toda clase de piedras preciosas; como olivo cargado de frutos, como ciprés erguido hasta las nubes".